Rumiando de estas fiestas

19:40:00 / Y no por ser de nadie, es de Chico apocopado /


Villancicos. Llevaba toda la semana escuchando horribles villancicos. Desde mi nacimiento, me había estado enterando cada Navidad que un crío que hasta de joven no levantaba un palmo del suelo había sido engendrado por una muchacha, para mi sorpresa, virgen. Puede ser que las celestinas anduvieran ya por Jerusalén por aquellos años y reviviera el virgo de una mujer cuya profesión era quitarlos a pares. En fin, que mi pobre hijo daba la puntilla a mis oídos con las súplicas por una Xbox 360 mientras que por detrás me anunciaban que Holanda ya se veía. ¿Qué pinta Holanda en una canción cuyos protagonistas vienen de Oriente? Los pastores iban de blanco, no de naranja.

Como cada Pascua, las consolas eran el punto de mira de mi chico y yo el bazooka con el gatillo a punto de estallar: bien podía disparar y concederle el deseo o bien podía atascarme y explosionar en toda su cara. Lástima que las lágrimas funcionaran como escudo antimisiles y lo que parecía una autoridad paterna, se convierte en la manipulación padre, con la consecuente compra de un juego para la máquina más recientemente adquirida.

Lo mejor era ver el gueto que formábamos todos los progenitores con sus descendientes en los centros comerciales. Aquello era un clan cuya reunión se producía una vez al año para detallar con exactitud los gustos de cada uno de los llorones. Además, todos pensábamos que cuando crecieran, pararían. Y así era, pero porque, dos o tres décadas después, seríamos nosotros mismos los que les tiraríamos de la chaqueta suplicándoles Viagra, Linoforce y demás medicamentos que ayudaran a los futuros órganos marchitos.

Total, que me olvidé de tonterías y le regalé lo que quería. Una Xbox 360...pero dibujada en la caja de la máquina, pues dentro estaba el auténtico presente: una mochila de las Tortugas Ninjas. Sí, lo sé, soy un cerdo, pero a mí no se me especificó nada. De todas formas, la bolsa le vendría bien, así podría independizarse ya, ¿no?