Mi opinión, que nadie se enfade...

11:52:00 / Y no por ser de nadie, es de Chico apocopado /

Una serie de férreos látigos se dirigen hacia el castillo de La Buena Esperanza para poder derrocarla. Algo cruel, infame. Una sanguijuela que acaba con todo vivir humano chupando hasta el último suspiro de rencor. La Esperanza es lo último que se pierde. Y con razón. Se mantiene ahí, alimentándose de la inocencia racional hasta dejarnos vistos para sentencia. Se dirigen despacio los mercenarios del Universo, purificadores de todo ente que se encuentran a su paso.
¡Qué mal ha hecho la religión a nuestras cabezas! En realidad, la inmensa mayoría de la gente es masoquista espiritualmente. Se deja 'manipular', se deja 'esclavizar' por un 'ser supremo' o por un destino incierto. No intentan controlar sus propias vidas, no desean labrarse un futuro ellos y ellas mismos/as. Somos, en cierta manera, la pereza personificada. No queremos o deseamos tener iniciativa propia, preferimos que un grupo de arrugados manipuladores moralistas nos impongan los cánones del bien y del mal, de lo moral y de lo amoral, de lo ético y de lo no ético, del cielo y el infierno. Cuando llega ese bondadoso momento de la desesperación, hasta los más ateos se rajan y tiran de ese 'vínculo con Dios' que se denomina la oración. Pues bien, las palabras se las lleva el viento.
Sé que, aunque cueste mucho tiempo, al final los más jóvenes derrocaran a Dios y proclamarán un mudo dominado por sí mismo y no por algo invisible y supremo a nosotros. Dixi.