Reloj, ¿qué me dices?

17:23:00 / Y no por ser de nadie, es de Chico apocopado /


Es curioso que, antaño, hiciéramos relojes cuando los coches, pasados unos años, se desnudaban y donaban las ruedas. Su curvatura pasaba a formar un polígono regular tal como un cuadrado, provocando que las manecillas, muy inocentes ellas, no pudieran dar las vueltas que quisieran.

Hubo gente que animó al gobierno a sustituir esos neumáticos vetustos por cacahuetes pelados amorfos, pero una vez más se equivocaron. Las raras líneas entorpecían el paso del tiempo, lo distorsionaban y hacían que de las nueve de la mañana se pasase a las tres de la tarde en dos coma siete minutos.

Así, los equipos directivos de los diferentes partidos políticos se reunieron con urgencia y determinaron un acuerdo para establecer una ley por la que los principales fabricantes de manecillas de reloj debían producirlas con un material maleable que abundara: el vacío.

Desde ese momento hasta hoy, llevamos cronómetros de pulsera avellanados, aplatanados y todos los "-ados" imaginables, amén de los de cocina, coche o los que, aparte de transmitir la sensación de tiempo, despiertan del letargo. Todos poseen agujas. Y caben por todos los lados concebibles. Además, no hay que preocuparse por la estética de éstas, no se ven directamente. Y también, a partir de entonces, hay menos accidentes de tráfico. Ahora las ruedas siempre son nuevas.

1 comentarios:

Anónimo on 18 de mayo de 2009, 17:55

Encantador mi querido amigo...
Has hecho que mis parpadeantes cesen su parpadeo e iluminen sus dos crias con gritos de lujuria...
Te felicito...

Publicar un comentario