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12:21:00 / Y no por ser de nadie, es de Chico apocopado /


Dos voluptuosas lágrimas recogieron del suelo mis destrozadas pupilas. Una macabra sonrisa derrapaba en tu cara y mostraba cientos de enanitos brillantes que se mofaban de mi dulce estado. Expandido sobre tu suelo, dos tacones inyectaban cera en mis oídos para no escuchar como gritabas frente a otro espejo que no era el mío.
Un aguilucho arrancóme los iris, zaínos de tanto polvo encasquillado. Caballeros de sotana en mano amortiguaron el impacto de tus acaramelados besos con horas y horas de lenta agonía bíblica. ¡Me cago en Dios!, que duras son las agujas del reloj.

1 comentarios:

Comment by Conexión nula on 8 de septiembre de 2008, 15:40

Sí,la verdad que no viene mal que de vez en cuando te encuentres a gente conocida por aquí.Pero... viniendo del pueblo...con todos mis respetos,qué esperas?
Por cierto...quien eres? Carlos?

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